dissabte, de maig 06, 2006



Dissabte, 6 de maig

Ignacio Vidal-Folch ens obre les portes del seu museu secret de Barcelona, ens posa unes ales i ens fa volar de franc (i sense que ens fem mal).

"Vuelo sin motor"

panamarenkoIluminada por la luz de caramelo que arroja el enorme rosetón, la iglesia del Pi es una instalación artística a la mayor gloria de san José Oriol (1650-1702), cuyos pasos por la nave gótica podemos seguir casi al detalle con sólo consultar el mapa que cuelga, como utilísimo manual de instrucciones, a la puerta de una de las capillas, según se entra a mano izquierda: en tal punto del ábside solía arrodillarse a rezar; en esta grada del presbiterio tuvo varios éxtasis místicos; en este confesionario absolvía los pecados más imperdonables de los feligreses; aquí predicaba; en esta capilla de la Sangre, lateral y escondida, sobre cuyo altar el Cristo parece crucificado en un cielo de seda roja como en un delirio de David Lynch, recibía a los enfermos y los iba curando milagrosamente (pero si consideraba que no se lo merecían aún, les imponía oraciones y penitencias, "regrese usted dentro de una semana y entonces ya veremos"). Y en fin, aquí, bajo esta losa rinconera y enmarcada entre cuatro cirios encendidos, está también su tumba.

San José Oriol es el santo barcelonés por excelencia, pues nació en la calle d'en Cuc, hoy Virgen del Pilar, esquina a Sant Pere més Baix, vivió en el barrio de la Ribera, se educó en los Estudios Generales (equivalentes a la Universidad) en la Rambla de los Estudios, y se alojó casi toda su vida en el callejón de la Flor, de la calle de Canuda. Su vida y milagros están bien documentados en su proceso de canonización, de donde proceden algunos datos del ensayo biográfico de Tomás Vergés, titulado con el apodo popular del santo: El doctor Pan y Agua (editorial La Hormiga de Oro). Es que un día, estando a la mesa y a punto de servirse de la fuente de comida, José Oriol sintió paralizado el brazo, lo entendió como una señal divina, y en adelante ayunó con el mayor rigor. Sólo en días de fiesta excepcional alegraba la monótona dieta de pan y agua con algunas hierbas recogidas en las laderas de Montjuïc.

José Oriol disfrutaba de varios dones o poderes, entre ellos el de profetizar, y el de la ultraagilidad, que le permitía cruzar el Besòs sin mojarse, y desplazarse desde Santa Coloma de Gramenet o Sant Adrià de Besòs al barrio de Gràcia en tiempo récord para celebrar la misa en los Josepets y, pocos minutos después de haber pronunciado el Ite misa est, se encontraba ya en la iglesia del Pi, extrañamente fresco y descansado. En el Pi prodigaba el ya mencionado y mayor de sus dones, el de curar a los enfermos. A las tres de la tarde, después de rezar el oficio divino, iba haciendo pasar a la mentada capilla de la Sangre a los cojos y a los ciegos, los paralíticos y sordos, les bendecía con agua bendita y les aliviaba de sus males, con la condición de que tuvieran fe.


Panamarenko Podía volar. "Se le observaron también momentos de levitación, sobre todo cuando estaba rezando y la fuerza del amor de Dios lo levantaba del suelo", escribe Vergés. En esto, san José Oriol no era tan excepcional, pues cerca de 200 santos han tenido el mismo poder, entre ellos el protojesuita y mártir san Francisco Javier, y santa Teresa de Ávila, que levitaba durante sus éxtasis místicos aterrorizando a sus compañeras de convento, que temían que aquello llegase a oídos de la Inquisición y se tomase por cosa de brujería; o el florentino san Felipe Neri, quien sentía a Dios en el pecho como una bola de fuego candente, aunque quizá no fuese sino un tumor lo que tenía; o, en fin, José de Copertino, sobre el que se extiende el encantador Blaise Cendrars en ese libro singular, mezcla de historia de la aviación y de recuento de santos voladores, que es Le lotissement du ciel. Al igual que Felipe Neri, José de Copertino era un estudiante pésimo, incapaz de concentrarse, pero aprobó brillantemente los exámenes para ordenarse presbítero tras encomendarse al amparo de la Santísima Virgen. A los lectores que estén preparando exámenes de fin de curso les agradará saber que pueden recabar su amparo rezándole así: "Amable protector mío, a menudo el estudio me cuesta y me resulta difícil, duro y aburrido. Te ruego que me ayudes. Te prometo esforzarme más y llevar una vida más digna de tu santidad". Si además el estudiante contribuye, empollando de veras, el éxito está asegurado.

Copertino pegaba buenos sustos a la gente cuando se lo encontraban pegado al techo de cualquier habitación, donde podía permanecer además durante largos minutos. Como él, y como José Oriol, y como los demás santos que tienen acreditado ese don, quién no querría a veces salir volando sin avisar. Es uno de nuestros anhelos atávicos, según nos recuerdan tantos relatos y tantas obras de arte, como la rara película Brewster McCloud(El volar es para los pájaros, Robert Altman, 1970) o los ingenios elegantes de Panamarenko, inspirados en los de Leonardo da Vinci , pero con una importante diferencia, según declaró una vez el artista belga: "Los míos sí vuelan". Luego, viendo la expresión escéptica de la audiencia, matizó: "...Aunque no al cien por ciento".

Hace unos años se exhibieron en el barcelonés pabellón de Mies van der Rohe y en el palacio de Cristal de Madrid algunos aerodinámicos ingenios voladores, alas articuladas, propulsores de hélice, alas delta, globos y dirigibles, artefactos evocativos y tentadores, que Panamarenko se ha pasado la vida diseñando en la casa que compartía con su madre y con gran número de loros y grandes cacatúas del trópico, hasta que la edad y, sobre todo, el tránsito de la querida madre le han desanimado. Dicen que ha abandonado la práctica del arte, y se ha mudado de casa, y tiene una mujer joven, que restringe el vuelo de las cacatúas a un solo salón de la nueva casa y que preferiría liberarlas.

museosecreto@hotmail.com
CRÓNICA: BARCELONA MUSEO SECRETO/ El Pais/ 6-5-06

Enllaços als protagonistes

Sant Josep Oriol
Leonardo da Vinci
Copertino
panamarenko
retrospectiva de panamarenko

divendres, de maig 05, 2006

Divendres, 5 de maig

"Autobiography". Charles Darwin


 collecting shells  "I was born at Shrewsbury on February 12th, 1809, and my earliest recollection goes back only to when I was a few months over four years old, when we went to near Abergele for sea-bathing, and I recollect some events and places there with some little distinctness.

My mother died in July 1817, when I was a little over eight years old, and it is odd that I can remember hardly anything about her except her deathbed, her black velvet gown, and her curiously constructed work-table. In the spring of this same year I was sent to a day-school in Shrewsbury, where I stayed a year. I have been told that I was much slower in learning than my younger sister Catherine, and I believe that I was in many ways a naughty boy.

By the time I went to this day-school my taste for natural history, and more especially for collecting, was well developed. I tried to make out the names of plants, and collected all sorts of things, shells, seals, franks, coins, and minerals. The passion for collecting which leads a man to be a systematic naturalist, a virtuoso, or a miser, was very strong in me, and was clearly innate, as none of my sisters or brother ever had this taste."




Darwin, el cazador

Martí Dominguez

Una traducción muy floja para una obra necesaria en la historia de la evolución

Autobiography Ya lo advirtió Eugeni D´Ors: "Darwin, un caso de vocación malograda de sportsman y de cazador". Y es cierto, Charles Darwin podría haber sido cualquier otra cosa: médico, cura o incluso cazador. "¿No debemos precisamente los más importantes productos de la historia del espíritu al hecho de un cruce o de una indecisión entre caminos profesionales?", arguye D´Ors. En la vida de Darwin se cruzó el botánico Henslow, que lo animó a que se embarcara en el Beagle y realizara una exploración alrededor del mundo. A partir de aquel momento, Darwin pasó de coleccionar escarabajos a estudiarlos, de contemplar el paisaje a intentar comprenderlo, y su curiosidad científica creció en tan poco tiempo que a los pocos meses de embarcarse "ya no le interesaba la caza".

Esta sorprendente metamorfosis darwiniana la explica el propio autor del Origen de las especies en esta singular y deliciosa autobiografía. Presuntamente Darwin la dejó escrita para uso de sus hijos (una especie de alegato biográfico con el que justifica sus decisiones, algunas tan polémicas como la de la evolución): "He intentado componer el relato de mí mismo como si estuviera muerto en otro mundo y observara mi vida en retrospectiva. Tampoco me ha resultado difícil, pues mi vida está prácticamente terminada. No me he tomado ninguna molestia en lo que a mi estilo literario se refiere".

Y es cierto, estilísticamente es su libro más sencillo. Darwin es un gran divulgador y sus obras han sido a menudo tomadas como modelos retóricos por su inmensa capacidad de persuasión. Este libro, por tanto, es un simple y cariñoso resumen de su vida, escrito al primer toque y sin repasar demasiado. No obstante, en el caso de la edición que nos ocupa, a la actitud despreocupada de Darwin se suma una pésima traducción. Si al estilo deliberadamente suelto -ya advierte Darwin que es para uso doméstico- se le añade la flojedad del traductor, el resultado es sencillamente catastrófico. Y, de este modo, nos encontramos con frases pedestres, con repeticiones innecesarias (que no aparecen en el original) e incluso con... ¡párrafos mutilados! El lector no sabe a qué achacar tanta tosquedad porque, más que un científico que ha cambiado el mundo, topamos con alguien que a duras penas sabe escribir, con ripios como éste: "Qué bien recuerdo cuando maté mi primera agachadiza que la emoción que sentí era tan grande que me temblaban las manos y tuve grandes dificultades para recargar la escopeta".

En fin, es triste que no se tomen a Darwin más en serio. Que no haya más ediciones de sus obras, con mejores estudios y con traductores más expertos. La mayor parte de sus libros permanecen inéditos en español (sus trabajos tan bellos sobre orquídeas, plantas carnívoras, anélidos, corales y las variaciones de los animales domésticos). Y esta Autobiografía contiene pasajes muy interesantes, totalmente inesperados, como aquella advertencia paterna, ante sus malos resultados escolares: "No te importa otra cosa que no sea la caza, los perros y matar ratas, y serás una desgracia para ti y para toda tu familia". Pobre Darwin, cuánta paciencia.

"To my deep mortification my father once said to me, "You care for nothing but shooting, dogs, and rat- catching, and you will be a disgrace to yourself and all your family." But my father, who was the kindest man I ever knew and whose memory I love with all my heart, must have been angry and somewhat unjust when he used such words"

La Vanguardia/5-5-2006

Charles Darwin Autobiografía Traducción de Isabel Murillo. Belacqua. 175 pgs.15 euros


Enllaços a les obres de Charles Darwin

Autobiography
"The life and letters of Charles Darvin" (autobiografia)
editada pel seu fill Francis Darwin

teh writings of Darwin on the web
Correspondencia
S.J.G "The unofficial Archive"
e.texts