divendres, d’agost 22, 2003

Divendres, 22 d'agost

Les àrees de descans d'un text

 Punts d'articulació, punts d'interès, punts de fricció, àrees de servei, de descans, bombones d'oxigen, parada i fonda... són algunes de les tasques encomanades als punts d'un text. Permetre la mobilitat , centrar l'atenció, oferir descans, agafar aire, estirar les cames i desfer-se d'informació innecessaria per no perdre'ns al llarg d'un viatge rematat per un discret punt i final. Javier Sampedro ens ho explica d'una manera molt més detallada i divertida en el seu article:


El significado de los puntos

La lingüística está intentando meter sus analíticas zarpas en la narrativa, y lo malo es que detrás de la lingüística suelen venir, enganchadas como cerezas, la psicología experimental, la neurobiología y las ciencias de la computación. Una de las claves de este empeño destripador está en el significado del punto.

Tomen este ejemplo: "Yo no puedo ir. Tú sí". El punto aquí significa que la primera frase y la segunda expresan hechos simultáneos, o simultáneamente ciertos, y podría sustituirse por la conjunción y sin mayores problemas. Ahora veamos éste: "Yo no puedo ir. Estoy enfermo". El punto ahora significa que lo segundo es la causa de lo primero, y se podría sustituir por porque. Vamos a otro: "Estoy enfermo. No puedo ir". Ahora la causa no es lo segundo, sino lo primero, y el punto hay que sustituirlo por así que. "Marchand entró en mi despacho. Quería discutir sobre la lesión cerebral de Kant". El punto aquí es una elipsis temporal. "Marchand entró en mi despacho. Le miré. El tipo estaba nervioso". Los puntos ahora son empalmes de montaje típicos de cualquier secuencia cinematográfica: plano general de Marchand entrando, plano mío levantando la vista, primer plano de Marchand sudando sus nervios.

La gramática de la narrativa, como se ve, depende mucho del significado del punto: es una gramática que salta sobre las frases, pero que tiene sus normas sintácticas. Para demostrar que esas normas existen, el lingüista Ray Jackendoff se las salta en el siguiente ejemplo, tomado de Foundations of Language (Oxford University Press, 2002): "Érase una vez un pato que vivía con un armadillo junto a una estación de bomberos. En la estación vivía un perro llamado Spot que había nacido en una granja de Florida. Sus padres pertenecían a Harry Thistlethwaite, un plantador de tabaco. Un día, Harry estaba dando un paseo cuando vio a una niña que bajaba por la calle. Se llamaba Mónica, y tenía diez años. Mónica poseía tres paraguas fabricados por una empresa de Singapur que había quebrado cuatro años antes...". Bueno, basta con eso. Cada frase es correcta, y está enlazada con la siguiente, pero eso no cuela como historia ni en una comisión de investigación. De hecho, se parece bastante a ese magnífico rap de de Pablo Motos y sus muchachos: "Tamayo llama a Verdes y Verdes a Tejada y juntos van sumando puntos MoviStar".

A ver si podemos mejorar a Jackendoff: "La primera vez que vi a Jean-Christophe Marchand, el tipo estaba hecho un manojo de nervios a la entrada del despacho de Michael Gazzaniga, en el ala norte del Darmouth College. Un estudiante le había escrito las indicaciones para llegar allí, y Marchand tenía aún la hoja de papel agarrada con su mano izquierda como si fuera el plano del tesoro. Gazzaniga se le quedó mirando. Tendría 30 años, pero las ojeras le estaban llevando al borde de la jubilación. La chica que venía con él no tenía ojeras. Tampoco estaba nerviosa, ni tenía por qué. Gazzaniga la recordó de pronto. Esta vez no la dejaría escapar con la llave". Ahora sí. Los puntos no son ya meras conjunciones copulativas. El primero significa "unas horas antes"; el segundo, "volvemos al presente y les voy a enseñar lo que ve Marchand". El tercero, "les voy a enseñar lo que ve Gazzaniga"; el cuarto, "aunque no se lo haya dicho, una chica acaba de entrar por la puerta". El quinto, "Gazzaniga rebusca en su memoria", y el sexto es un flash back implícito.

Ésos son los nexos sintácticos de la narrativa: los que convierten toda la secuencia en una sola oración compuesta, en la que cada frase establece con todas las demás relaciones sintácticas de larga distancia, como los elementos de una oración simple. Punto.

El pais/ 22-8-03




diumenge, d’agost 17, 2003

Diumenge, 17 d'agost

 M'avorreixo, ¿t'avorreixes?, s'avorreix.... Per combatre una mica l'avorriment que ens visita els llargs dies d'estiu, res millor que llegir aquest article d'Elvira Lindo. Ella ens explicarà el que realment hi ha al darrera.

La charla

Me aburro. Y mi santo dice que no sea infantil, que no se me ocurra decir eso delante de los niños, que los adultos no se aburren y que tenemos que dar ejemplo, y que lo que tenemos que decirles a nuestros hijos cuando dicen que se aburren es que eso es consecuencia de que lo tienen todo, que antes los niños no nos aburríamos, que antes los niños no necesitábamos juguetes porque nuestros mayores nos daban la vejiga de un cerdo después del mata-gorrino y nosotros cogíamos esa vejiga todavía caliente, porque entonces los niños no éramos tiquismiquis, y la hinchábamos como una pelota y nos íbamos a la calle, para no molestar a nuestras madres, que estaban hasta las narices de nosotros, y allí nos quedábamos dándole patadas a la vejiga hasta que nos dejaban volver a entrar o hasta que la vejiga explotaba y entonces nos tirábamos piedras y siempre había unos que daban y otros que recibían, y nosotros éramos de los que recibíamos, pero no por ello éramos menos felices porque eso nos endurecía el carácter; también éramos los últimos que pedían los capitanes cuando echaban a pies para jugar a un rescate porque éramos los torpes, gordos y feos, pero no nos importaba porque eso nos convertía en niños soñadores que se quedaban en su cuarto leyendo hartos de recibir pedradas y entonces las madres entraban en los cuartos y decían, qué raro eres, hijo mío, nada más que leyendo y leyendo, y mira los otros niños qué bien se lo pasan y ya han venido veinte veces a preguntar si sales, y tú le decías a tu madre, sí, vienen a buscarme para tirarme piedras, y las madres decían, mira que eres maniático, con lo que te quieren los niños, y las madres nos tomaban una manía tremenda; a las madres les hubiera gustado que hubiéramos sido de los que pegaban las pedradas, no de los que las recibían, porque las madres querían lo mejor para nosotros y a los otros niños que les dieran por saco, y el día en que nos atrevíamos a pegar a otro niño, aunque fuera a otro que era más tontico todavía que nosotros, nuestras madres nos aplaudían desde la ventana para animarnos en nuestra recién inaugurada carrera delictiva, pero nosotros ya no le volvíamos a pegar a nadie, porque el tontico nos daba una gran pena y volvíamos a encerrarnos en nuestra habitación con ese único libro que nos habían traído los Reyes, y tu madre le decía a otras madres estoy por coger el libro y tirarlo a la lumbre (decía en invierno), o tirarlo al pozo (en verano), y las otras madres decían, mujer, ya se le pasará.

Y así se han hecho los grandes artistas, a fuerza de pasar horas y horas en la misma habitación con el mismo libro de Verne de las narices, les dice mi santo a los niños. Y los mastuerzos le miran melancólicamente sujetando en sus manos el libro que están sujetando entre sus manos este verano. Galdós, Eco, Camus, qué nivelazo, dicen las visitas cuando los ven arrastrar el libro de un sofá a otro. Nosotros callamos la verdad: van a párrafo por día. Ay, la verdad, queridos amigos. En la intimidad de la alcoba le digo a mi santo: "¿De verdad que no te aburrías tardes y tardes en la habitación con el dichoso libro?". "Pues claro que me aburría, a ver si te crees que soy imbécil, ahí empezó mi feroz carrera de onanista". Acabáramos.

El Pais (13-08-2003 )

diumenge, d’agost 10, 2003

Diumenge, 10 d'agost

Somni d'una nit d'estiu

 Jeure a la platja sobre un llençol de sorra, contemplar fotogrames incandescents en la pantalla del cel. Adormir-se sota la mirada riallera de la lluna amb la banda sonora del mar. El somni d'una nit d'estiu que molts han perseguit. Manel Vicent recorda el seu i vol que el compartim amb ell.


Ens quedem

Los primeros gritos de libertad que recuerdo no se distinguían del deseo de placer y se producían cada año a la caída del sol en la playa el día de la Virgen de Agosto. En la arena había carros de labranza con toldos y algunas tartanas; los caballos y las yeguas ya habían sido lavados entre la espuma de las olas y, cuando la tarde iba dejando el cielo rayado con los primeros murciélagos que parecían de almíbar, en cada familia el padre tenía que tomar la decisión de abandonar el mar para volver a casa. En ese momento se establecía una lucha. Al día siguiente se celebraba la fiesta de San Roque, abogado contra las pústulas, y en esta parte del Mediterráneo esa jornada también se dedicaba al asueto, con muchas paellas campestres e infinitas sandías abiertas. La lucha consistía en conseguir que el padre atendiera las súplicas de los niños que querían pasar esa noche en el mar bajo las estrellas durmiendo al socaire de las barcas varadas. A veces esta pugna duraba toda la tarde y se acompañaba de muchas lágrimas. No todos los padres transigían. Si por fin, después de muchos ruegos, alguno cedía, en el entorno del carro o de la tartana afortunados se producía una alegría frenética y los niños clamaban: "¡Ens quedem, ens quedem!". ¡Nos quedamos, nos quedamos! era el grito de libertad, y su eco se extendía a lo largo de toda la playa entre los grupos apostados alrededor de las canastas con viandas; y, lo mismo que las detonaciones se multiplican por simpatía, esa explosión de placer infantil hacía que otros padres se rindieran también en aquel combate. Conquistar por primera vez toda una noche en el mar sin más frontera que la luz del sol que nacería del agua al día siguiente me produjo una sensación de ebriedad que aún hoy me llega al fondo del corazón. En ese momento en la arena se batía en retirada el ejército derrotado, que se componía de todos los niños obligados a volver a casa. Las tartanas y carros de labranza partían hacia el pueblo cargados de sollozos mientras a orilla del mar otros niños felices y victoriosos seguían gritando: "¡Nosotros nos quedamos, nosotros nos quedamos!". Haber conseguido la noche en el mar para perder la identidad en las olas oscuras hasta encontrar el sol sobre los párpados dormidos fue la primera libertad que obtuve en este mundo. Al día siguiente, festividad de San Roque, vendría el perfume del sofrito de conejo que se confundiría con la brisa salada y el azul bruñido, y con estos elementos sagrados se iría construyendo el alma.

(El Pais/ 10-8-03)


dissabte, d’agost 02, 2003

Dissabte, 2 d'agost

Respostes a l'atzar

 ¿On és la gent? ens preguntem sovint quan esperem algú, ens trobem perduts o tenim l'estranya sensació d'estar sols al món. Per sort, la gent, tard o d'hora, arriba. Potser no és la que volíem, però què hi farem.
Quan aquesta pregunta té un abast molt més ampli perquè el que vol saber és si no estem sols a l'univers, l'únic que ens arriben són respostes a l'atzar. Javier Sampedro ens en proposa algunes en el seu article:

La paradoja de Fermi


Un mediodía del verano de 1950, el gran físico italiano Enrico Fermi salió de su laboratorio de Los Álamos para ir a comer con sus colegas Ed Teller, Herbert York y Emil Konopinski. La fiebre de avistamientos de ovnis y abducciones por marcianos estaba en lo más alto en Estados Unidos, y los cuatro científicos no pudieron evitar la conversación mientras esperaban sus platos. ¿Serían los marcianos los responsables del gran número de cubos de la basura que estaban desapareciendo en Nueva York (otra de las serpientes de aquel verano)? ¿Es posible que un platillo volante supere la velocidad de la luz? Al llegar la comida, Teller, York y Konopinski derivaron hacia asuntos más terráqueos, pero Fermi se quedó pensativo, con la cara que ponía cuando calculaba mentalmente. De pronto dejó a sus colegas con el tenedor en la boca al preguntar: "¿Dónde está todo el mundo?".

El cálculo mental de Fermi debió de ser algo así: si nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene cerca de 400.000 millones de estrellas, de las que la mitad pueden tener planetas, de los que una parte estarán a una razonable distancia de su sol, y si la Tierra es un planeta medio que gira en torno a una estrella vulgar en una zona mediocre de un brazo galáctico que no tiene nada de particular, y en la Tierra surgió la vida, la inteligencia y la civilización, lo mismo debería haber pasado en otros miles, tal vez millones de planetas de la Vía Láctea, y no ahora, sino hace miles de millones de años. Colonizar la galaxia es laborioso, pero no debería llevarle a una civilización avanzada más de unos cuantos millones de años. Por tanto, los extraterrestres deberían estar ya aquí, o al menos deberían llegarnos sus señales. ¿Dónde están? ¿Dónde está todo el mundo? Ésa es la paradoja de Fermi.

El físico español Francisco Ynduráin dedicó un delicioso libro al asunto en 1997 (¿Quién anda ahí?, editorial Debate). Pero Stephen Webb, un profesor de física de la Open University británica, acaba de rematar la faena con Where is everybody? (Copernicus Books, Nueva York, 2002), una minuciosa compilación de las 50 posibles soluciones a la paradoja de Fermi. He aquí cuatro de ellas:

1. Los terrícolas llevamos ya 40 años escuchando a las estrellas, y no hemos detectado ni un miserable estornudo marciano. Pero tal vez es que todo el mundo esté haciendo lo mismo -escuchar- y aquí no mande señales ni Dios.

2. Una variante de la anterior: para ellos somos un zoo, y se limitan a observarnos los domingos por la mañana.

3. Llegaron aquí hace 4.000 millones de años y sembraron la Tierra de bacterias que luego evolucionaron: los extraterrestres existen, y somos nosotros.

4. No existen. La evolución de la inteligencia no es tan fácil como creen los neoliberales, y nosotros somos los primeros de la galaxia en haberla logrado.

Puede ser un buen ejercicio playero encontrar nuevas soluciones a la paradoja de Fermi. Yo me permito aportar tres:

1. Nuestra primitiva tecnología ya es capaz de descubrir planetas en otras estrellas, y dentro de poco podrá saber cuáles de ellos tienen agua. Cualquier civilización extraterrestre igual de torpe que nosotros debió conocer que la Tierra existía, y que tenía agua, hace al menos 3.000 millones de años. Por tanto, no nos mandan señales porque ya saben que estamos aquí, y no es cosa de gastar saliva electromagnética de una manera tan estúpida.

2. Sus biólogos son un poco mejores que los nuestros, y ya han eliminado el envejecimiento y la muerte. Los extraterrestres no se mezclan con nosotros porque somos mortales, y eso nos hace peligrosos, antipáticos, correosos, qué se yo.

3. No somos la primera inteligencia que ha aparecido en la Vía Láctea, sino la última. Hemos tardado tanto en evolucionar que todos los demás ya se han ido de este petardo de galaxia.

Crónica: Ciencia recreativa / 2 (EL PAIS / 02-08-2003)